domingo, 28 de noviembre de 2010

7+7= ni una pregunta


El anhelo se cae
Detrás del cemento
Entre la tierra de las veredas.
Escondido veraniego
Vuelve lunar
Vuelve estelar
Codazo angustioso
Masa dorada
Repugnancia plástica y cítrica.

Despertar para creer
Matiné mudo
Alcoholismo de ventrículos
Subliminalidad cósmica
Cóctel de auras toxicómanas
Guillotina de manzanas
Tejido anaranjado
Que ahora escupo hojas
La tierra de la tuya.

Que fluya en el ojo
En la boca
Aplauso de analfabetismo
Que duelan las letras aireadas
Noviembre burlesco
Sed quiltra
Pedazo de inexperto
Aorta ahogada.

Nerviosismo pegajoso
Percepción nocturna
Insuficiencia de cansancio
Diagnóstico volador
Fiesta de suspiros,
¿De qué...?
De tunas de regalo
Queja hilarante
Masticando mastico cada segundo.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Verte ahora


Verte ahora
Es querer que araucarias se desmayen en mi estómago,
Buscar la salida que no existe,
Golpearme la cabeza en las rocas
Y crear arenas escarlatas,
Apagarme el cigarro en la boca,
Buscar gotitas de ají, y vaciarlas sobre mis corneas,
Es amputarme los dedos del pie en la rabia,
Es mirar gente y escupirles sal
Verte ahora
Es autoflagelarme con menta y lino
Quemar lo radiante del crepúsculo
El índigo del soplo invernal,
Verte, es arrancarme las ganas y las uñas con ira,
Es colgar de los frutos verdes abatido
Es una escultura de agua y aire,
Verte, es maldecir todo
Pero verte hoy, jamás.

domingo, 7 de noviembre de 2010

¡y?


estoy nervioso, y probablemente al acostarme me arrepienta del sudor en mis manos, de la euforia y su olor a frutas, de las auroras aceleradas sobre la escalera, el pan desmigajado, las ganas de gritar enmascaradas en cantos afinados. Que descansen los limones cuando despierto. ¿Para Qué? Pongo un pie en la cama y me arrugo hasta desaparecer sobre las sábanas. “¿Qué se cuenta de la vida?” Quieren cachureos acaramelados, pero no tengo motivos hasta que se disparen en los genitales, mínimo veintiún balas de las bocas que se creen verano, o hasta que mi memoria llegue arrastrando a la decencia.
Que depresión más detestable, yo también la odio, porque tengo los dedos arrugados de tanto exprimir sobre desdenes que crecen, me crecen las piernas, me crecen los versos, se alargan cuando miraste y no miraste, cuando exististe y te perdiste, te té tea o ti? Elija usted siempre, porque ando tan ciego de rabia, que la saliva de mi toz es celeste, y aunque la ceguera y la sed no tengan relación, puedo decir que nada lo tuvo, no lo tiene, no lo tendrá. No lo tendré y sé que me empacharé diciendo no, pero repito que no, cuando la decencia se arrastra a la memoria, cuando la fortaleza florece exasperada como el desierto creído, de la arcilla frígida.
Tengo una verborragia de mierda, imagínate que podría sentarme en alguna plaza y hablar con las palomas, las plumas y sus piojos, pero no tolero mi lenguaje poético, por eso prefiero adornar mis versos con garabatos como: “mierda, ácido, puta, maraco, cagar, orto,” etc.
Mejor dejo de quejarme, que me estoy quedando dormido y tal vez me orine o “mee”. Elija usted siempre.